Copiloto para un suicida parte 1 (extraído de “Viajero en Extinción”)
He atravesado tantas veces las profundidades del abismo, que ya he perdido la cuenta de los años que he pasado vagando en este torbellino de existencia. He experimentado la muerte en innumerables ocasiones, consumido por el ardor del amor y la pasión.
Desde mi nacimiento, ya sea bajo el radiante sol matutino o a la sombra misteriosa de la luna llena, siempre me he preguntado si alguna vez la muerte se tomó la molestia de contemplar su visita a mi morada. He entregado mi corazón con una pasión desbordante, amando más allá de mis limitaciones terrenales, y he querido a tantas personas que mi volátil ser no ha podido soportar la carga de algunas deserciones humanas.
No obstante, en este mundo en el que la vida y la muerte se entrelazan en una danza incomprensible, he descubierto que el mero acto de amar no basta para ser comprendido. La sociedad en la que vivimos, ajena a la esencia misma de la existencia, parece incapaz de comprender la complejidad de estar vivo.
Sin embargo, en medio de la oscuridad que me rodea, persisto. Me alzo como un faro en un mar de indiferencia. Mi historia, aunque llena de penas y desilusiones, también está llena de un amor inquebrantable y una resiliencia incansable, y he pasado los mejores momentos junto a las mejores personas.
A través de los años, he aprendido que cada herida, cada muerte y cada renacimiento, me ha moldeado en la persona que soy hoy. Mi corazón, a pesar de su volatilidad, late con una fuerza renovada, empujándome a continuar luchando por encontrar un lugar en este mundo que a menudo se niega a entender que, aunque me haya sumergido en las profundidades de la desesperación, siempre hay una chispa de esperanza que se aferra a mi ser y que me liga a seguir vivo.
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