Aventura para cuatro

 “En esta aventura de sumergirnos sin paracaídas en nuestras vidas, nos enfrentamos al riesgo de naufragar cada día, como una nuez en el agua o en un frágil barco de papel. Nos entregamos por completo, arriesgando hasta la última gota de aliento que compartimos, fusionando nuestros cuerpos en una danza de vitalidad. 

En este viaje incierto, podemos caer como los dioses del Olimpo, pero nos miramos de reojo y nos levantamos una vez más. Mantenemos nuestra frente en alto, sin permitir que el fracaso nos detenga. Nos inspiramos en la majestuosidad de los albatros, aves que nunca miran hacia atrás, sino que siguen volando con determinación y gracia.”

Esta imagen poética nos invita a abrazar la audacia y el riesgo en nuestras vidas. Nos anima a lanzarnos a lo desconocido, sin miedo a naufragar o a enfrentar obstáculos. Cada día es una oportunidad para vivir plenamente, aprovechando cada experiencia y superando los desafíos que se nos presentan. Al mirarnos con valentía y mantenernos erguidos, podemos elevarnos por encima de cualquier adversidad, como los albatros en vuelo.

No debemos permitir que el temor a fallar nos detenga en nuestra búsqueda de la felicidad y la realización. Incluso si nos enfrentamos a momentos difíciles o caídas, debemos recordar que cada obstáculo puede ser una oportunidad para aprender y crecer. Sigamos el ejemplo de estas aves majestuosas y sigamos adelante, confiando en nuestra capacidad de superar cualquier desafío y alcanzar nuevas alturas en nuestra vida.

Así, sumergidos en la corriente de la existencia, naveguemos sin paracaídas y abracemos el riesgo. Aunque naufraguemos de vez en cuando, mantengamos nuestros ojos en el horizonte y nuestro espíritu elevado. Sigamos volando con el coraje de un albatros, sin mirar atrás, explorando nuevos territorios y descubriendo la grandeza que se encuentra más allá de nuestros límites auto impuestos.

A Tania a Fachu y a Tahi. Por esta a mi lado cada día.






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