Aventuras Caóticas de un Mente Inquieta

Todo comienza con una idea brillante, una idea que se desvanece más rápido que un billete de veinte en una tienda de golosinas. Y así es como me encuentro atrapado en un torbellino de pensamientos, como una montaña rusa que nunca se detiene.
Una mañana, abre los ojos y me enfrento a la lucha épica de levantarme de la cama. ¡Es una batalla épica, les digo! Pero finalmente lo logro, solo para descubrir que me he olvidado de qué iba a hacer. Ah, sí, escribe. Pero antes, tengo que revisar mi correo, ver ese video de gatos que me recomendó mi primo y comprar esa cosa que ni siquiera necesito en línea.

Mientras intento escribir, mi mente divaga más allá de las fronteras de la concentración. Me pregunto por qué el Gran Creador nos hizo así, con mentes que parecen tener sus propios planos. ¿No sería más sencillo si todos tuviéramos un botón de "enfocarse" en la frente?
Y así llegamos al mundo que nos rodea, ese lugar lleno de paradojas y absurdos. En solo mil años, la humanidad ha pasado de vivir en cuevas a destruir el planeta en nombre del progreso. Fabricamos plásticos desechables como si fueran el nuevo "super alimento", consumimos tecnología como si tuviera fecha de caducidad y desperdiciamos agua como si fueran monedas de un juego que nadie entiende.

Pero ¡oh, la hipocresía! Preferimos culpar al cambio climático en lugar de reconocer nuestra complicidad en esta trama cósmica. Observamos cómo los océanos se llenan de plástico, la biodiversidad desaparece y los recursos naturales se agotan, mientras seguimos persiguiendo nuestros caprichos sin remordimientos.
La vida pasa volando, como si estuviéramos en una montaña rusa que nunca se detiene. Las estaciones cambian, los años se acumulan, los días se suceden sin piedad. Pero a menudo olvidamos proyectarnos hacia un futuro mejor, atrapados en la vorágine de la vida diaria.
Sin embargo, mientras lucho con mi mente caótica, recuerdo que somos parte de una danza cósmica. Somos efímeros y frágiles, pero también somos capaces de crear y transformar. Quizás, algún día, dejemos de culpar al mundo ya nosotros mismos por su destrucción, y en su lugar, encontremos la sabiduría para construir un futuro más consciente y sostenible.
Porque al final de cuentas, cuando le dejamos de temer al niño o la niña que llevamos dentro, nos convertimos en quién somos realmente.





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