Ni vos sos un milagro, ni yo una causa perdida. Pero acá estamos. (Parte II)
No sos perfecta, ni yo, ni este poema. pero hay noches en las que te miro mientras buscás las llaves, o abrís una cerveza, y todo el mundo se vuelve tolerable. me salvaste sin darte cuenta. con tus gritos, tus risas, tus maneras de mandarme a la mierda cuando me pongo insoportable. me enseñaste que el amor no es decirlo bonito, sino quedarse cuando el otro se pudre un poco y huele raro por dentro. hay días en los que no me banco ni a mí, pero vos me bancás. y eso, en este mundo lleno de gente que huye, es un superpoder. me gusta cómo caminás, como si el suelo no te mereciera. me gusta cómo me mirás cuando sabés que la cagué y aun así me cocinás algo rico porque sabés que no todo se arregla hablando. Tania, este amor nuestro tiene cicatrices, tiene cuentas sin pagar y discusiones tontas. pero también tiene un colchón viejo donde dormimos abrazados como dos idiotas felices que, contra todo pronóstico, se siguen eligiendo. y eso, joder, eso es poesía.