Mantengo esa mala salud de hierro, la del poeta errante, la del poeta con TDAH. Que vive preso de la inquietud enérgica de palabras compulsivas que no paran de girar. Comienza escribiendo un verso y sin pensarlo termina otro. Una idea, otra idea y una más, y al terminar el día trocitos de amor por doquier como siempre sin acabar. Innato nefelismo se apodera de su consciente, y como un cruel teniente, despersonaliza su personalidad. Todo lo que huele, observa, toca y siente, se convierten en finos hilos de seda que se atan y entrelazan. Formando soliloquio de palabras que se escriben o se pierden, que se olvidan y enmarañan. "Podemos formar un caos monumental allá donde vayamos pero, ese caos monumental puede derivar hacia la razón y el arte." A mis queridos amigos, familiares y lectores con este déficit. y a los que no lo padezcan ser compresivos, esto no es premeditado, simplemente es algo inconsciente y compulsivo.