Quien dice que es fácil la propia felicidad... (Ultimo día en burjassot - 2013) -Prologo del Autor Delirios de servilleta y Bares que no recuerdo-
"Delirios de servilleta y bares que no recuerdo"
Gracias a Laura Laconcepción, Cracker Matarile X Kurioso, y Angela Reboredo de Diego
Por su apoyo incondicional y su vinculación sin animo de lucro en mi vida.
Gracias a Desiree Martines por las Ilustraciones y a la Escritora y poetisa Colombiana Maria Teresa Sarmiento Jurado por sus consejos y el magnifico prologo y las ganas de crecer que me transmites con cada charla.
Familiares y Amigos y lectores, Gracias por confiar en mi.
Quien dice que es fácil la propia felicidad... (Ultimo día en burjassot - 2013)*
Me siento a contemplar la noche. La cabeza divaga, el cigarro arde raro. Allá arriba se mueven luces: ovnis, satélites o tal vez una estrella que no tiene prisa. Pienso en volver a casa o en que la casa vuelva a mí. Pienso en lo que evito pensar, porque muchas veces trato de no pensar. Hay algo hermoso en dejar que la mente viaje sola, en recordar a quienes te quieren de verdad, a la familia y a los amigos que, aun sin entender tu camino, se quedan.
Pero no es sencillo dejarlo todo atrás. Cargar un bolso con veinte kilos de recuerdos y algo de ropa, llegar a un lugar que te resulta extraño, con costumbres que no terminan de ser tuyas, y volver a subir a otro bus que te lleva a otro sitio. Es difícil no soñar, no escribir, no cantar, incluso no llorar. Es difícil callar cuando tenés cosas que decir y nadie quiere escucharlas. Tal vez porque sus propios golpes los hicieron sordos. Tal vez porque piensan que tu destino será igual al de ellos. La suerte —si existe— no es para todos, y a veces la fortuna de uno es la desgracia de otro. Mi destino quizá no sea el de nadie, y a nadie se lo deseo.
Aprendí que soñar requiere un esfuerzo diario. Paciencia, oído, la habilidad de tomar lo que sirve y soltar lo que sobra. La mochila se vuelve insoportable si cargamos con lo que no hace falta. Por compromiso sostenemos a personas que preferiríamos dejar ir, porque nos enseñaron a aguantar. Con los años entendí que la hipocresía siempre trae problemas, y que la sinceridad —si no sabes decirla— te deja solo.
Pero el tiempo acomoda las piezas a su ritmo. Y un consejo antes de cerrar: no escuchen lo que no quieran escuchar, no dejen que otros decidan su rumbo, no remen más de lo que pueden remar. El tiempo es lo único que no se recupera.
Por eso sueñen, si sueñar les gusta. Pero sepan que no es fácil: a veces hay más que perder de lo que se puede ganar.

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