DIAS D

Apagué la radio; el cigarro terminó de consumirse en el cenicero y me quedé ahí, mirando la pared como un imbécil. Saqué los días D de la cabeza porque cada maldito recuerdo tuyo me deja en pausa, atrapado en un limbo de mierda donde nada avanza y todo pesa. Me quedo solo, la mente en blanco, el vacío mirándome de vuelta como si se burlara de mí.

Y cuando te pienso en jornadas como esta, con el pecho hecho un desastre y ardiendo con cada trago barato que intento usar para sacarte de las entrañas, vuelven las imágenes: tú en el aeropuerto, los ojos vidriosos, la voz clavada en la garganta, el alma hecha pedazos mientras el mundo seguía girando como si nada. Como si no nos estuviéramos quebrando justo en el maldito centro del universo.

Aturdida. Atónita. Jodidamente irremplazable. Y yo, demasiado consciente de que ya no hay vuelos de regreso.




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