SOMBRAS EN HUMO

Me quema el impulso,
los labios, la piel,
y hasta en tu propia presencia
me quemé y me enredé.

Te arropé bajo mis alas
y del juicio me olvidé.

Te dejé investigar
mis olvidos más profundos,
te dejé corromperme,
descerebrarme

y volverme a crismar.

Amanecimos enmarañados,
con la tertulia de gemidos
haciendo eco en las cabezas.
Dos cigarrillos después
ya estábamos dormidos.

Pero el alba nos halló dispersos,
con el humo flotando en silencios densos.
Las cenizas aún tibias en el cenicero
y la certeza en la piel:
fuimos fuego,
fuimos carne,
fuimos olvido y renacer.





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