Al borde del Amor
¿Cuántos “para siempre” en vano dejamos mal parados al borde del amor iluso?
¿Cuánto deshidratamos las almas, exigiendo promesas que el tiempo se encarga de borrar?
Nos aferramos a la eternidad como si fuera un pacto inquebrantable,
como si el amor no estuviera sujeto a la erosión de los días,
como si la pasión no conociera el desgaste del tiempo.
Pero, ¿cuánto es realmente para siempre?
¿Es una medida tangible o solo una idea que nos consuela?
¿El amor caduce como un fruto olvidado al sol,
o se transforma, adoptando nuevas formas que a veces no sabemos reconocer?
Algunos mueren juntos, aferrados a la misma promesa hasta el último aliento.
Otros mueren por separado, aún llevando el eco del otro en la memoria.
Y algunos, los menos, no llegan a morir,
porque su amor trasciende el cuerpo y el tiempo,
se convierte en polvo de estrellas,
y queda para siempre perpetuado en el confín de la galaxia.
Quizás, al final, para siempre no es más que la huella que dejamos en otro corazón,
un eco en el universo que sigue resonando,
incluso cuando ya no estamos.
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